SENDEROS DEL CABRERO |
El domingo dia cinco de mayo de 2013 realizamos este sendero Tomas EA7HPI y su XYL Ysabel y Pedro EA7FKY y Petra EB7CFA, salimos desde Conil sobre las nueve de la mañana, recogimos a Tomas e Isabel en Chiclana y después de un buen desayuno con mollete y jamón, como le gusta a Tomas, partimos hacia Benaocaz donde llegamos a las 11:30 horas y empezamos el sendero a las 12:00 de la mañana
"Benaocaz, pueblo de alta montaña y clima ideal". Con este simpático rótulo nos recibe esta pequeña población de algo más de quinientos habitantes, situada a 797 mts. de altitud en la depresión que dibujan las sierras del Caíllo y de Ubrique con sus peladas paredes de roca desnuda.Benaocaz, que bien pudiera significar "hijo de Ocaz" fue fundada en los albores del siglo VIII, recién iniciada la ocupación de la Península Ibérica por las huestes procedentes de África, que entre otros testimonios arquitectónicos nos dejaron el barrio nazarí, hoy en estado ruinoso.
Si elegimos el mes de febrero para realizar nuestra visita podremos vivir las fiestas que se celebran en honor del patrón San BIás y conocer más de cerca a las gentes de esta zona.
Esta festividad, que data del siglo XVII, incluye una procesión en la que se bailan y cantan piezas folklóricas tradicionales, como la jerigonza y el abandolao, y donde se da buena cuenta de las exquisitas chacinas que previamente han sido orientadas al Santo. Y se dice que en estas fiestas los mozos se suben a la colina y tiran piedras a los de Ubrique que acuden en tan señalada ocasión.
Un sendero empedrado en algunos tramos y que antaño debió ser muy transitado, pues constituía la principal vía de comunicación entre Benaocaz y Grazalema, parte del lugar conocido como San Antón en busca del Puerto de San Fernando.
A lo largo de este tramo, un encinar en el que pastan unas vacas retintas nos ofrece el único paisaje arbolado que transitaremos. Algunos cagajones en el camino delatan el paso de las bestias o borricos en el traslado a Benaocaz de la leche de cabra, ordeñada en la sierra esa misma mañana.
Al cruzar el encinar se pueden encontrar pequeños llanitos limpios de hierba y de forma circular, son las soleras de los hornos de carbón o alfajanes.
En las proximidades del pueblo nos encontramos con el arroyo Pajaruco (afluente del río Tavizna), que atravesamos por un bonito puente de piedra, que aunque construido con técnicas árabes y romanas pertenece a principios de siglo. A título de anécdota, mencionar que en torno a este rincón benaocaceño existen varias historias fantásticas sobre los "espantos de Benaocaz", historias que podríamos consultar a los lugareños.
Conforme se asciende nos adentramos en el reino de la piedra y diversas y peculiares notas ("quiuo", "quiou", "cou",...) hacen patente la presencia de chovas piquirrojas y grajillas. Los matices grisáceos-azulados dominan por doquier, salteado de un enclenque matorral y esporádicas encinas que parecen nacer de la propia roca. La pendiente se agudiza y la senda se abre camino en un continuo zigzag. A nuestras espaldas, una espléndida panorámica con Benaocaz como protagonista, nos sirve de excusa para tomar un respiro.
Por fin culminamos nuestra subida y Ilegamos al lugar conocido como Puerto de San Fernando, también llamado de Don Fernando, paraje que recibe tal denominación con motivo del paso de los Reyes Católicos por Benaocaz. Cuenta la historia, que estando los monarcas acampados en este lugar recibieron la visita de las mujeres del pueblo, que le hicieron entrega de sus joyas como contribución a la conquista de Granada. Desde entonces, "en Benaocaz, la hembra lo más".
En este punto aparecen formas ruiniformes, en las que el roquedo calizo adquiere formas caprichosas. Aristas tan cortantes como navajas y surcos cual arañazos en la roca dan un carisma peculiar a este tramo. En el extremo de las rocas salientes y conspicuas los roqueros solitarios y colirrojos tizones dejan entrever su silueta; de un posadero a otro, a poca altura, vuela una collalba negra; en el cielo azul, un bando de grajillas se alejan con aletazos rápidos en dirección a un cantil próximo.
Desde el Pto. de San Fernando hasta el Salto del Cabrero la vereda discurre por un paraje relativamente llano, donde hace tiempo existieron pequeñas parcelas dedicadas al cultivo del cereal. Cortijos, aljibes, caleras y majanos delatan la presencia del hombre y reflejan el modo de vida de los lugareños en un pasado no muy lejano.
Los aljibes permiten recoger y almacenar el agua de lluvia en una zona donde el líquido elemento se pierde por infiltración con suma facilidad. De otro modo la vida en la sierra será imposible.
Por último, los majanos, que no son otra cosa que aquellos montones de piedras que aparecen dispersos por el prado, obedecen a un intento de ganar centímetro a centímetro terreno que dé alimento para el ganado. Una solitaria encina, de fresca sombra, que destaca en una pequeña subida, nos marca el punto donde si nos desviamos hacia la izquierda accedemos a la cota más alta del Salto del Cabrero (934 mts.), lugar donde el peligro de un accidente debe obligarnos a ir con precaución.
Sin embargo, si continuamos algo más adelante, disfrutaremos de una interesante perspectiva del Salto del Cabrero, una de las formas tipográficas más singulares de la sierra: una falla, donde aparecen dos cumbres casi gemelas, con impresionantes paredes verticales que superan los 80 mts. de altura, separadas por una garganta de no más de 50 mts. de anchura.
La toponimia de esta extraña formación con aspecto de gigante rasgado no es menos singular e imaginativa. Cuenta la leyenda que un cabrero que vivía en las proximidades del Salto del Cabrero, en un alarde de destreza, dio un salto de una pared a otra sin derramar una sola gota de leche que llevaba para su hijo enfermo. iAlejop!.
Sobrevolándonos, varias aves de gran tamaño, alas anchas y cola corta y cuadrada planean en círculos a buena altura. Sin duda se trata del buitre común o leonado, que aprovecha las cornisas y grietas de los riscos del salto del cabrero para nidificar; a mayor altura, una pareja de águilas perdiceras planea hasta que sólo distinguimos dos diminutos puntos en el horizonte.
Una vez que abandonamos el Salto del Cabrero, continuamos nuestro camino bordeando la cara noroeste de la Sierra del Endrinal. A lo largo del sendero se nos ofrecen inigualables perspectivas a vista de pájaro casi, del corredor del Boyar, un paisaje donde los matices grisáceos y la roca son disfrazados de una gama de verdes procedentes de las encinas, quejigos y alcornoques, que se arropan por una impenetrable trama de arbustos y matorral.
A partir de este momento el camino continuará junto a los tajos, sin llegar a penetrar en la masa boscosa, y tras pasar por el cortijo de las Albarradas se dirige por una cómoda vereda al Puerto del Boyar, en este punto hicimos un descanso y comimos algo de lo que llevábamos en la mochila, hemos tardado tres horas en hacer el recorrido de ida y a continuación realizamos el de vuelta que es mas comodo aunque el trazado es el mismo, las subidas anteriores ahora son bajadas, también difíciles sobre todo por las piernas pero bastante mas rápido dos horas aproximadamente del boyar a Benaocaz. Este sendero es muy recomendable para cualquier persona iniciado en el senderismo, dificultad media y nosotros realizamos la ida y vuelta aproximadamente en seis horas, es una experiencia muy gratificante sobre todo por el paisaje y las vistas.
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